Colegio Profesional de Asistentes Sociales de Santa Fe

Homenaje a “Nuestras Madres”

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Se cumplieron 42 años de la primera marcha de las Madres de Plaza de Mayo.

El 30 de abril de 1977, frente a la Casa Rosada y en plena dictadura, catorce mujeres dieron la primera vuelta a la Pirámide de Mayo para exigir la aparición de sus hijos e hijas. Un emblema de lucha internacional.

“El 30 de abril, además de ser un día de lucha de todos los trabajadores contra la política de hambre del gobierno y el FMI, se cumplen 42 años de la primera reunión de las Madres de Plaza de Mayo”..

Las primeras rondas…

“¡Circulen, circulen!”, era la orden de la Policía que las hostigaba. No podían reunirse bajo el estado de sitio y comenzaron a dar vueltas alrededor de la plaza. Esas rondas, meses después, se vieron colmadas de pañuelos blancos.

Ese 30 de abril de 1977 Azucena Villaflor, Mirta Baravalle, Josefina “la Pepa” Noia, Berta Braverman, fueron algunas de las catorce madres que se reunieron por primera vez y dieron inicio a las Madres de Plaza de Mayo.

Fueron creciendo en número, pero durante las primeras semanas continuaron caminando de a dos, hablando con mucho cuidado con la compañera de al lado para saber quién era su hijo o hija desaparecido.

Al principio se reunían en el monumeno a Manuel Belgrano, reconociéndose por un clavo que llevaban en sus abrigos. Hasta hoy, no pararon nunca.

Los pañuelos que nunca callaron

Hasta ese momento no llevaban sus pañuelos en la cabeza. Para la fecha de la procesión a Luján, decidieron identificarse con un pañal de sus hijos. Tampoco llevaban fotos o carteles con los nombres de sus desaparecidos.

Frente a la basílica de Luján reclamaron y rezaron por los desaparecidos. Todos los que estuvieron pudieron verlas, identificadas con los pañales blancos en sus cabezas.

Poco después hubo una marcha de los organismos de derechos humanos que terminó con 300 personas detenidas, incluidos -por error- varios periodistas extranjeros. Gracias a tanta eficiencia, el mundo empezaba a enterarse de lo que ocurría.

La lucha colectiva …

Muchas madres salieron a buscar a sus hijos e hijas. Recorrieron hospitales, caminaron juzgados, se atrevieron a ir a comisarías y cuarteles. En un principio estaban solas, pero aún así no paraban de buscar. De a poco en esa búsqueda empezaron a encontrarse con otras mujeres que, como ellas, querían saber el paradero de sus hijos.

Muchas veces detenían o demoraban a alguna de ellas en las comisarías. Se les ocurrió una idea: cuando una iba presa, se presentaban todas y pedían ir presas ellas también. Los policías veían llegar a decenas y decenas de mujeres que exigían ser encarceladas junto a su compañera. Una vez fueron tantas las que exigieron ser detenidas, que tuvieron que llevarlas en un colectivo de la línea 60.

Cuando en la Plaza le pedían documentos a una, todas las demás se acercaban a la policía a entregar también los suyos. Cientos de documentos, cédulas y libretas cívicas, que la policía tenía que verificar. De paso, las madres se quedaban más tiempo en la plaza.

Durante las últimas cuatro décadas estos pañuelos dieron la lucha inclaudicable por la aparición de sus hijos e hijas, muchas de ellas también abuelas que tienen la necesidad imperante de conocer su destino incierto hasta hoy , que quieren encontrarse con sus nietos y nietas, aquellos que les fueron arrebatados por la dictadura cívico-militar eclesiástica.

Para estas valientes mujeres, seguir luchando por el juicio y castigo para todos los genocidas, por encontrar a todos los Nietos y Nietas que faltan y estar en las calles y cada lucha con sus pañuelos blancos, junto a los jóvenes y el pueblo trabajador, es una manera de reivindicar a sus hijos e hijas y a nuestros 30.000 y significa un gran desafío para las nuevas generaciones de este enorme legado para continuar sin descanso este camino de lucha contra la impunidad. El pueblo trabajador las abrazará. Siempre.

Hoy ellas continúan marchando sin dar un paso atrás. La plaza es de las madres, no de los cobardes. Son las madres de la Patria, las madres del Pueblo.

“La única lucha que se pierde, es la que se abandona

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