“… Poder recordar y rememorar algo del propio pasado es lo que sostiene la identidad. La relación es de mutua constitución en la subjetividad, ya que ni las memorias ni la identidad son “cosas” u objetos materiales que se encuentran o pierden. Las identidades y las memorias no son cosas sobre las que pensamos sino cosas con las que pensamos. Como tales, no tienen existencia fuera de nuestra política, nuestras relaciones sociales y nuestras historias”.
(Gillis, 1994:5)
Pensar desde la Memoria, hacer Memoria, es recordar pero fundamentalmente es trabajarla, construirla como desafío colectivo y subjetivo que conduce a la verdad y a la práctica de resistencia por la Justicia asentada en la defensa y ampliación de derechos humanos.
Como trabajadores sociales ciudadanas/os que buscaban real emancipación desde sus prácticas profesionales, estudiantiles y docentes fuimos perseguidas/os , desaparecidas/dos , asesinados/as y silenciadas/os.
Siempre resistentes como se pudo pero sobretodo, porque se debía y quería.
Hoy tenemos otra realidad, otros desafíos que nos interpelan y contienen, porque hay democracia, instituciones vivas, políticas sociales activas que tienen por objetivo incluir, reparar profundizar la dignidad humana de todas y todos.
Por esto, a mi entender, la mejor forma de honrar la Memoria es aportar desde nuestras prácticas profesionales individuales y colectivas a ampliar derechos, sembrar futuro, organizando con objetivos solidarios, resistiendo los “no se puede”, porque la historia nos mostró y nos muestra que se puede. Porque como sujetos y actores somos capaces de transformar en tanto ese sea el horizonte.
Alejandrina Gómez de Rico