El Dr. Alfredo Carballeda realizó una evaluación de la condición actual del Trabajo Social en relación al consumo problemático de drogas. La temática fue abordada en un curso dictado durante el mes de octubre. Carballeda se refirió también a la problemática de las adicciones, el rol de las instituciones en la prevención y tratamiento, como compromiso social y político.
¿Qué balance hace de la instancia de capacitación que dictó y en particular de la modalidad on line?
La evaluación tiene que ver con todo, porque los encuentros presenciales con los que se cierra la capacitación se vinculan con la modalidad on line, son una continuidad. La modalidad on line es el aprovechamiento de las nuevas tecnologías en función de la formación, en este caso de recursos humanos, en la capacitación de pregrado, grado y posgrado. Tiene una enorme cantidad de ventajas, ya que le permite a la persona tener el aula en su casa, interactuar permanentemente con los profesores y acceder a materiales de una manera mucho más dinámica.
¿Cómo se plantea la relación sujeto-sociedad en el marco del consumo problemático de drogas?
Hay que pensarlo no sólo desde el punto de vista del contexto como una fotografía del presente, sino cómo el contexto se construye desde una perspectiva histórica. Entonces se puede ver cierta reiteración de discursos, en los que va cambiando el nombre de sustancia, y eso va construyendo un proceso de estigmatización.
Creo que la relación sujeto-sustancia y sujeto-comunidad es un tema que en la actualidad significa un gran reto para la intervención del Trabajo Social. Más allá de las otras disciplinas el TS tiene un plus de mayor conocimiento local, de la cuestión social, y sobre todo de los lazos sociales.
Nosotros pensamos el “social” del Trabajo Social en tres órdenes: uno es el orden de los problemas sociales, otro es el del lazo social y también el orden de la protección social. Si uno lo piensa en esa línea marca una clara singularidad diferenciada con respecto a la intervención que puede realizar un pedagogo, un médico, un abogado o un arquitecto.
¿De qué forma aparece allí el concepto de ruptura social?
Creo que la ruptura social es el tema que nos convoca a intervenir en este momento, a partir de los efectos que generó el neoliberalismo en nuestra sociedad. Si bien, en mi opinión, hay un fuerte cambio en los últimos años, los efectos siguen estando persistentes en la construcción de subjetividad. Entonces, el lazo social sigue siendo fragmentado a partir de subjetividades que se construyeron en tres generaciones. Eso convoca a una intervención donde la problemática de la integración, que es fundante en las sociedades modernas y en las Ciencias Sociales, nos aparece de vuelta como pregunta como lo hizo a fines del Siglo IXX, donde nace la Sociología, pero en paralelo también nace el Trabajo Social. La Sociología nace como una forma de explicar lo social, y el Trabajo Social como una forma de intervenir y resolver los problemas sociales.
En el marco del papel que deben cumplir las instituciones, usted habla de la figura del “sujeto inesperado”, ¿cómo influye ese concepto en la falta de respuestas de las mismas?
Ese concepto tiene que ver con un sujeto que se presenta demandando algo que la institución no está acostumbrada a escuchar, y la respuesta institucional puede llegar a ser violenta, represiva, de separación, de no aceptación, también puede apropiarse del sujeto para formatearlo en lo que es el mandato fundacional de esa institución.
Este es un tema que está relacionado con los formatos institucionales que tenemos a nivel mundial. Todas las instituciones están más preparadas para trabajar en lo que clásicamente se llama la “política del sector”, y los problemas sociales actuales perforan y atraviesan rápidamente cualquier sector. Si bien uno puede pensar que siempre fue así, actualmente se presenta con una complejidad mucho mayor. Esas son problemáticas sociales complejas que generan, a partir de estas nuevas subjetividades, un sujeto que la institución no entiende. Es decir, la institución espera a un tipo de persona, y aparece otra clase de sujeto que demanda otro tipo de cuestiones.
A partir de todo eso, la prevención se hace más complicada e incluso es redefinida constantemente, en diálogo con el escenario, con el contexto, con el clima de época.
¿Cómo se aplica en ese sentido lo que usted denomina “prevención inespecífica”?
La prevención inespecífica es la que no aborda en forma directa y unívoca a las drogas en sí mismas. Es decir, es la que trabaja por fuera de la carga simbólica de la sustancia.
La prevención específica lo que hace es poner el protagonismo en la sustancia y no en el sujeto, ni en la sociedad. Mientras que la prevención inespecífica pone el foco en la sociedad y en el sujeto. Entiende que el consumo problemático de drogas es la expresión sintomática de algo que está ocurriendo en la sociedad. Y a nivel individual lo aborda como un síntoma de factores predisponentes, condicionantes y desencadenantes que hacen a la historia de vida de esa persona.
Esta mirada permite repensar un abordaje preventivo asistencial y generar otro tipo de diálogos con otros campos disciplinarios como la Psicología, el Trabajo Social y la Medicina. Pero también desde el punto de vista teórico con la Antropología, la Sociología y la Filosofía.
¿Cuáles son los desafíos que tiene hoy el Trabajo Social en su intervención con esta realidad tan compleja?
Son varios. Un desafío es fortalecerse desde el conocimiento, fortalecer el marco conceptual de la intervención. Es decir, desde dónde intervengo y porqué propongo lo que estoy proponiendo, cuál es mi apoyo en términos de la propia experiencia de la disciplina en diálogo con experiencias de otras disciplinas. Específicamente desde dónde digo “esta es la forma de acción o la forma de resolución de un problema”. Implica un proceso de dilucidación, de análisis de lo que estoy haciendo y de permanente control epistemológico de las categorías del análisis que haga.
En este punto creo que el Trabajo Social está frente a una disyuntiva. O toma eso o va a ser transformado en una técnica. Pero la tendencia va más hacia fortalecer lo que uno trae de la formación académica, reconvertirlo en función de la actualidad y trabajarlo.
Por otra parte, pienso que el Trabajo Social es una disciplina que trabaja en el encuentro entre lo macro y lo micro social. Si bien la Medicina y la Psicología también, lo hacen desde una perspectiva muy individual, acotada. Mientras que el Trabajo Social trabaja con una singularidad situada en una época, con un contexto y en un territorio. Y eso es un plus que le brinda mucho para aportar a un trabajo en equipo y también para orientar hacia donde debe dirigirse o no una intervención.
Los sociólogos y los antropólogos pagan por estar donde estamos nosotros trabajando. Toda la casuística que tiene que ver con nuestra propia práctica es muy enriquecedora. Sobre todo es mucho más visible en estos contextos complejos, en la medida que uno ve mucho más allá de la estadística del desempleo, del maltrato o del conflicto con la ley. Nosotros vemos la sindicalidad del conflicto con la ley en palabras relatadas por el sujeto de intervención. Y con una línea orientada hacia la intervención y no hacia la investigación.